"Miedo insuperable", la estrategia de defensa del acusado del crimen de Coia

La madre del investigado, que se encontró el cadáver en el umbral de la puerta tras escuchar los disparos, y las dos vecinas que asistieron a la víctima declaran en el juzgado

El detenido sale escoltado tras el registro policial de su vivienda ubicada en la rua de Abaixo, en el barrio de Coia ( Vigo )

El detenido sale escoltado tras el registro policial de su vivienda ubicada en la rua de Abaixo, en el barrio de Coia ( Vigo ) / Alba Villar

Marta Fontán

Marta Fontán

Transcurridas tres semanas desde el crimen de Coia, los primeros testigos han comenzado a comparecer en el Juzgado de Instrucción número 2 de Vigo de cara a clarificar lo ocurrido la noche del sábado 6 de abril, cuando José Luis M.C., según él mismo acabó confesando, disparó contra Francisco Javier B.D., quien falleció de un certero tiro en la cara. Las dos vecinas que acudieron de inmediato a asistir a la víctima en estos hechos sucedidos en la rúa de Abaixo y la madre del investigado prestaron ayer declaración ante el magistrado, en un caso en el que la estrategia de la defensa se centrará en alegar que el presunto homicida actuó dominado por un miedo insuperable: la versión de José Luis es que la víctima se presentó en su domicilio armada con un hacha después de que ya le hubiese agredido con anterioridad y le hubiese enviado mensajes y fotografías amenazantes a su teléfono móvil, conflicto que encuadró en los desacuerdos existentes entre ambos en el marco del menudeo de drogas.

Eximentes y atenuantes

El delito de homicidio, que es el que indiciariamente se atribuye en este caso, está castigado con entre 10 y 15 años de cárcel. Pero el miedo insuperable es una de las causas que eximen de la responsabilidad criminal, recogiéndose concretamente en el artículo 20.6 del Código Penal. Si se acredita que alguien obra bajo estos efectos, bajo este extremo temor, ello derivaría en la total exención de la pena –si se aprecia una eximente completa– o al menos en su atenuación –si se considera que es incompleta–. Junto a esta circunstancia, la defensa también utilizará la baza de que el investigado acabó admitiendo la autoría del crimen esa misma noche y allí mismo ante los agentes. La confesión es una de las circunstancias atenuantes contempladas en el artículo 21 del mismo texto legal.

Policías nacionales, en el lugar del crimen, en la rúa de Abaixo de Coia.

Policías nacionales, en el lugar del crimen, en la rúa de Abaixo de Coia. / Marta G. Brea

De cara a tratar de acreditar la versión del presunto homicida, que afirmó además que hizo un primer disparo de aviso con un cartucho de sal y que con el segundo no tenía intención de matar, la defensa ha propuesto como testigo a una mujer a la que, en fechas anteriores al crimen, el hombre habría contado que fue agredido por Francisco Javier y que le habría llegado a hacer fotos de las lesiones que presentaba. También está pendiente de realizar el volcado del teléfono móvil del acusado de cara a verificar si, efectivamente, recibió esas fotos amenazantes. Según algunas fuentes consultadas, además de la escopeta utilizada como arma del crimen, la Policía Nacional, que fue quien se hizo cargo de este caso, se incautó en el lugar de un hacha, un cuchillo o una especie de cadena metálica.

El volcado del teléfono del acusado, clave para acreditar las presuntas amenazas que le hizo el fallecido

Junto a las vecinas que trataron de reanimar a la víctima antes de la llegada de policías y sanitarios, ayer declaró ante el juez la madre del investigado, una mujer de avanzada edad. José Luis vivía con ella y se encargaba de cuidarla. La mujer contó que cuando ocurrió todo ella ya estaba en su habitación viendo la televisión. En ese momento no tenía los audífonos que necesita, pero escuchó ruido –en referencia a los disparos– y salió a la calle, encontrándose a la víctima ensangrentada en el umbral de la puerta. Refirió que en la zona había una especie de cuchillo.

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