Tavares elige a Mosquera para pilotar la plataforma y el futuro 2008 en Vigo

Stellantis cambia a los directores de las tres plantas del país y sitúa en Balaídos al ingeniero vigués en su tercer regreso a la planta

Diego Rivas dirigirá Villaverde y ascienden a Bueno

Instalaciones de la factoría Stellantis.

Instalaciones de la factoría Stellantis. / Marta G. Brea

La salida del histórico exdirector Javier Riera, en 2006, supuso el fin de una era para la que entonces era PSA Vigo. Desde su partida, ningún director enlazó más de cuatro años al frente de la planta de Balaídos. Ni Pierre Ianni, ni Juan Muñoz Codina ni los franceses Yann Martin y Frédéric Puech. Al menos, hasta la llegada, en 2019, de Ignacio Bueno Castel. El aragonés, al que le tocó vivir la pandemia de COVID o las duras crisis logística y de suministros que afectaron al sector de la automoción, ha durado casi cinco años y medio. Stellantis ha decidido remodelar la cúpula de sus plantas españolas y el ingeniero vigués José Luis Alonso Mosquera regresa a la factoría de la ciudad olívica por tercera vez. El CEO del grupo, Carlos Tavares, deposita en sus manos la fábrica más eficiente y que más produce de la multinacional y será el encargado de pilotar el lanzamiento de la nueva plataforma industrial, la STLA Small, y del futuro modelo asociado, la siguiente generación del Peugeot 2008.

El cambio, que cogió por sorpresa incluso al resto de la directiva de Stellantis Vigo, fue comunicado por el grupo ayer por la mañana. A través de un comunicado, se anunció un baile de directores en las tres plantas del país. Mosquera, hasta ahora responsable de la factoría de Figueruelas (Zaragoza), dejará su cargo para ponerse al frente de la de Balaídos, mientras que su lugar en Aragón será ocupado por Susana Remacha Andrés, hasta ahora directora en la planta de Villaverde (Madrid). Otro vigués, Diego Rivas Paz, ocupará el puesto de Remacha en la capital, mientras que a Bueno se le ha reservado un lugar por anunciar “en el seno del grupo”.

El ingeniero industrial vigués, que dio sus primeros –y breves– pasos en el sector pesquero, lleva vinculado al grupo desde 1999. En PSA ocupó distintos cargos de responsabilidad en las áreas de producción y logística, campo en el que es experto, y salió dos veces para ocupar diversos puestos en las fábricas francesas de Sochaux y Poissy. Así estuvo hasta que en 2020 fue nombrado director en la planta de Mangualde, en Portugal.

Como responsable de esa factoría satélite de Balaídos, Mosquera “vio nacer” lo que hoy se conoce como Stellantis (fruto de la fusión de PSA y FCA) y, de ahí, dio el salto a la dirección de Figueruelas. Durante su paso de menos de dos años por la planta aragonesa, consolidó la fabricación del centro con el lanzamiento del Peugeot 208, el segundo coche eléctrico de la fábrica, del que ahora también se hará la versión térmica. De igual forma, bajo su mando Figueruelas estrenó el renacer de la marca italiana Lancia, una obsesión de Tavares que se canalizó con el lanzamiento del nuevo Ypsilon.

Otro hito es el haber logrado que el grupo negocie la instalación en Zaragoza de la primera gigafactoría de Stellantis en la península, una instalación que ya recibió fondos del Perte VEC (Vehículo Eléctrico y Conectado) y que, si nada cambia, se levantará junto a la china CATL. Además, y como sucedió en Vigo, también cerró la negociación del convenio colectivo, que los sindicatos de allí consideran como un gran avance.

El que será su tercer regreso a Vigo, se espera que Mosquera coja las riendas del centro en junio. Para entonces, la resolución con los fondos del Perte VEC que espera Stellantis Vigo tendría que ser ya una realidad, como señaló recientemente el propio Bueno. De hecho, si nada se tuerce será el encargado de comunicar “las buenas noticias” a la plantilla antes de su adiós definitivo, como dijo Tavares en su visita a la ciudad el pasado diciembre.

De igual forma, Mosquera deberá continuar la buena senda lograda en materia de competitividad y eficiencia, además de proseguir con la descarbonización de la planta. Y, dependiendo del tiempo que permanezca al frente –los cambios son habituales en el grupo– puede tener que tomar decisiones también cruciales en el Sistema 2, el de las furgonetas K9.

La plantilla

La noticia también cogió por sorpresa a la plantilla. Así lo dijo, por ejemplo, el responsable del sindicato mayoritario, SIT-FSI, Daniel Álvarez, que señaló que el cambio en las dirección “es algo habitual en el grupo”. Sobre Mosquera, lo califica como una “una persona afable, dialogante y social”, mientras que para él, a Bueno le tocó vivir “una época complicada”. “Esperamos que nos deje el regalito, que nos anuncie el coche y deje el trabajo bien hecho, garantizando el futuro del centro”, añadió.

El responsable de CC OO, Santiago García, explicó que el nuevo director es una persona que conocen bien y que saben “cómo trabaja”. “Valoramos positivamente que sea de Vigo y conozca nuestra cultura interna”, indicó, aunque también señaló que le exigirán “una mejora en las condiciones laborales y económicas y valore a esta plantilla en su justa medida”.

Respecto a Bueno, García cree que “priorizó los resultados y los objetivos sobre el bienestar de la plantilla”, aunque también reconoció que “deja la fábrica bien posicionada para afrontar la transición al vehículo eléctrico”. Una opinión similar a la de Aser Sanz, de UGT, que además cree que “le ha tocado gestionar momentos difíciles”. Para él, “es una buena decisión” que se sitúe como director “a una persona que ya ha desempeñado puestos de responsabilidad y que conoce el funcionamiento de nuestra fábrica”.

Por último, el responsable de la CUT, Víctor Mariño, cree que el cambio de directores responde a una “renovación cíclica”, pero valoró a Mosquera como “un hombre de la casa”. “Creció aquí y en ese sentido, como director de Zaragoza, alguna vez me lo crucé y tiene esa cercanía”, comentó.

Aunque reconoció que Bueno “situó al centro de Vigo como fábrica número 1 del grupo”, le critica que “no era cercano, no como otros directores”.

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Ignacio Bueno Castel

Un vigués en adopción ante un nuevo reto

Curtido en General Motors antes y en Opel/PSA después, Ignacio Bueno Castel (Zaragoza, 1966) cogió el volante de la factoría de Vigo en enero de 2019. En esos más de cinco años, este ingeniero aragonés fue superando todos los retos que se le pusieron por delante, incluidas las peticiones del siempre exigente Carlos Tavares. De hecho, su salida tiene mucho que ver con la forma de pensar del CEO luso, que busca evitar un apego a la planta o al territorio que afecte a la toma de decisiones. Y Bueno, un “vigués” de adopción amante del buceo, se encariñó con la ciudad y su entorno. Aquellos que lo conocen dicen que tiene una “grandísima capacidad de trabajo”, que es “muy exigente”, pero que también “predica con el ejemplo” y se mostró “cercano y amable”. Ahora, se enfrentará a un nuevo reto, lejos de España, para intentar replicar los buenos resultados cosechados en Balaídos.

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José Luis Alonso Mosquera

Experto en logística de la "casa" y talante tranquilo

Alonso Mosquera es otro ejemplo de la forja de directivos de Balaídos. Ingeniero Industrial por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Vigo, se incorporó a la antigua PSA Peugeot Citroën en 1999 ocupando distintos cargos de responsabilidad en las áreas de producción y logística, entre ellos el de director de Coordinación de Producción y Logística. Su buen hacer en un área de tanta trascendencia para el sector como la logística llevó al grupo a ascenderlo a responsable mundial de Transporte y Packaging, entre los años 2018 y 2020, tras lo que regresó al universo de las plantas, primero como director de Mangualde, y desde 2022, de Figueruelas (Zaragoza). Los que lo conocen bien destacan su “talante tranquilo”, su “alta preparación” y su conocimiento de la factoría de Vigo y sus proveedores. Y su capacidad para trabajar en equipo, quizá herencia de su etapa como jugador del Octavio de balonmano.

Proteger la industria local, el gran reto

Balaídos recibe a su enésimo hijo pródigo con los deberes hechos. Al menos, de puertas hacia dentro: la factoría más eficiente del grupo, la de mayor volumen de producción, la primera planta automovilística de España (el año pasado ensambló casi uno de cada cuatro coches producidos en nuestro país), motor de una industria responsable de más de un tercio de las exportaciones de Galicia, con un negocio de 13.000 millones de euros y decenas de miles de empleos directos, impulsora de uno de los ecosistemas de innovación más punteros de Europa, con la nueva plataforma STLA Small prácticamente atada a falta del Perte VEC, el enganche a la red de Muy Alta Tensión (MAT) aprobado por el Consejo de Ministros, la exclusividad sobre más de 245.000 m2 en la terminal Ro-Ro de Bouzas con un segundo silo de 35 millones de euros, y paz social asegurada al menos hasta 2027 con el nuevo convenio colectivo.

El propio Carlos Tavares lo reconoció en su visita a finales del año pasado: “Stellantis Vigo está en los niveles de calidad y costes óptimos” para adjudicarle nuevos proyecto. Con el futuro de la planta encarrilado, ¿qué retos afronta José Luis Alonso Mosquera? Por supuesto, mantener intacta la competitividad del centro y consolidar la transformación y la descarbonización de las instalaciones, pilotar la llegada de la STLA Small y de un nuevo modelo, etc., pero quizá su mayor desafío está de puertas hacia fuera, en el panel de proveedores que da soporte a Stellantis y que, como alertó Ceaga el pasado miércoles en su asamblea general, “lucha por existir”. La planta de Balaídos ha hecho los deberes en materia de costes y eficiencia, pero ahora esos mismos deberes deben trasladarse a los fabricantes de componentes y a las auxiliares asentadas en Galicia –la mayoría, en el área de Vigo– si quieren resistir la ofensiva de sus competidores low-cost. Y el tiempo apremia.

La clave del mensaje de Ceaga y del propio Ignacio Bueno, sin decirlo abiertamente, estaba en el reparto de carga de trabajo para la plataforma STLA Small y los modelos que fabricarán las plantas de Vigo, Zaragoza y Pomigliano (Italia). Desde la llegada de Tavares al antiguo Grupo PSA, la apuesta por abastecerse en países low-cost ha ido en aumento, y se acelerará con los nuevos lanzamientos. Eso coloca a los proveedores gallegos en una situación de inferioridad, ya que la central de compras de Stellantis –que sigue manteniendo una antena en Vigo, al frente de la cual está Luis Lozano– primará siempre a los productores de bajo coste frente al resto. Es así, Tavares busca la rentabilidad por encima de todo. ¿Cómo luchar contra esto? Siendo más eficientes, competitivos y conteniendo costes, y para eso resulta imprescindible el apoyo de las administraciones. Porque está en juego el futuro de no pocas plantas de componentes (y de miles de empleos), sobre todo aquellas monoproducto y monocliente, es decir, las que solo fabrican un tipo de pieza y dependen exclusivamente de los contratos de Balaídos. Ya ocurrió antes. En los primeros años del presente siglo desaparecieron del mapa todas aquellas fábricas intensivas en mano de obra, centradas la mayoría en el negocio de las cablerías, tejidos textiles, etc. Se produjo entonces un episodio de deslocalización de industrias hacia Portugal, Europa del Este y Marruecos que se cobró miles de empleos. Se libraron de la quema aquellas de mayor valor añadido y más automatizadas.

Ahora puede volver a suceder (la competencia asiática, desde China o incluso de fabricantes orientales instalados en Marruecos va en aumento), de ahí el SOS que el sector lanzó el miércoles a las administraciones públicas –sobre todo a la Xunta, por proximidad– para ayudar al tejido industrial del automóvil. No a Stellantis. Porque sin un cinturón industrial fuerte que la sostenga, está claro que Balaídos será más vulnerable frente a otras plantas del grupo. Alonso Mosquera tendrá que conjugar por un lado la estrategia de outsourcing barato del grupo con la protección al sector industrial gallego, una misión nada sencilla en la que tal vez pueda inspirarse en el legado del que fue su director cuando llegó a Balaídos: Javier Riera Nieves. Que tenga suerte.

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